Para muchas mujeres el terrorista más conocido no es ese que aparece en los carteles de la Guardia Civil, ni el autor de los hechos terribles sucedidos en cualquier lugar del mundo que ve en el Telediario.
Para muchas mujeres el terrorista más real es ese hombre que convive con ella, que comparte su cama. Es su compañero, o su marido, el padre de sus hijos. Es ese individuo que hiere con palabras envenenadas, que impone sus deseos, que amenaza y manipula, que grita porque no sabe hacerse oír, que la desprecia y que necesita sentirla inferior para superar su propia miseria como persona. Para algunas es el que además golpea, viola o, en el peor de los casos, acaba con su vida.
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