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lunes, 29 de octubre de 2012

Huerto de Calisto y Melibea / Salamanca

 
 
Hoy te llevo a visitar uno de mis rincones preferidos de Salamanca. Imagina que aún es verano y te invito a charlar a la sombra de viejos árboles y con la musiquilla del agua en la fuente...
 
La cancela, en el viejo muro de piedra, está abierta para nosotros.
 
 
 
 
El huerto nos recibe con juegos de luz y sombra.
 
 
 
 
Estamos en uno de los huertos que salpicaban de vegetación las casas nobles del barrio antiguo de la ciudad.
 
 
 
 
Éste vergel, colgado sobre la vieja muralla y asomado al río Tormes, ha sido nombrado "Huerto de Calisto y Melibea" y es que éste, o alguno parecido, pudo inspirar a Fernando de Rojas aquella historia de amores trágicos.
 
 
 
 
Fernando de Rojas, nacido en La Puebla de Montalbán (Toledo), estudió leyes en Salamanca a finales del siglo XV. Su  única obra  que hoy conocemos como "La Celestina" tuvo dos versiones  "Comedia de Calisto y Melibea" (1499) y "Tragicomedia de Calisto y Melibea" (1502). Su autoría ha sido cuestionada en múltiples ocasiones, incluso se piensa que pudieron ser obras de varios autores...
 
 
 
 
... Siempre ha existido un cierto halo de misterio en torno a esta obra maestra que señala la transición entre la narrativa de la Edad Media y la del Renacimiento...
 
 
 
 
La acción se desenvuelve a través de los diálogos de los personajes, con un esquema teatral, y su valor literario viene dado por la profundidad del retrato psicológico de los mismos, especialmente el de Celestina.
 
 
 
 
Te voy contando esto mientras paseamos entre la variedad de árboles y arbustos que nos rodean y que vibran con todos los tonos de verde, disfrutando de los olores y el frescor en este mediodía.
 
 
 
 
Las cercanas catedrales se alzan con toda su magnificencia sobre la frondosidad del jardín
 
 


Las flores, con su colorido, ponen el contrapunto a las tonalidades de verde


 
 
... Y allá, en un rincón, la vieja Celestina, sigue convocando encuentros de amantes....
 
 
 
 
 

miércoles, 3 de octubre de 2012

...Que soy de un pueblo de toros con el orgullo en el asta / "Vientos del Pueblo" / Miguel Hernández

 
 
                       


Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.

Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.

No soy un de pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.

¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?

Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas.
Andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas.
Extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza.
 
Hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada,
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habeis de dejar
rotos sobre sus espaldas.
Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.
 
Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor de cuadra;
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba.
 
La agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda.

Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.

Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.