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viernes, 29 de enero de 2016

Islandia I / AGUA





El avión despega cuando en Madrid ya ha oscurecido. Es la noche del solsticio de verano y al ir aumentando durante el vuelo la latitud N -aunque también lo hace la longitud O- el cielo va clareando y llegamos al aeropuerto de Keflavik sobre la 1:30 hora local (1 hora menos que en España) con una luz de amanecer. 

Poco después, mientras recogemos el coche de alquiler y nos dirigimos a Reykjavick para dormir, el sol asoma ya sobre un pasaje desnudo del que a veces surgen nubecillas fantasmales de vapor hidrotermal. Primeras y vívidas sensaciones de esta tierra que va a sorprendernos cada momento vivido en ella, quedándose dentro de nosotros...



Era un deseo largamente acariciado en mi mente. Quería recorrer Islandia y la posibilidad que más me atraía era hacerlo en coche, no participar de un viaje organizado. Le conté mis planes a Álvar, mi hijo, y mi alegría fue inmensa cuando se entusiasmó con la propuesta y me dijo que quería compartirlo conmigo. Nada podía apetecerme más!!!

Fueron varios meses de preparación... mapas, guías, búsquedas en internet -como ves mi gato colaboraba en lo que podía-... El cuaderno de viaje se iba llenando de rutas y lugares: lagos, cataratas, volcanes, campos geotérmicos, fallas, pequeñas ciudades, puertos, glaciares, campos de lavas, playas ... todos con extraños nombres de difícil pronunciación que acabaron siendo conocidos.

Islandia, la tierra más joven del planeta, sigue creciendo - la Dorsal Mesoatlántica que la atraviesa  y separa las placas tectónicas Norteamericana y Euroasíatica crece a un ritmo de unos dos centímetros al año-  y en ella puedes sentir en la piel y en las vísceras la inmensa fuerza de los elementos...





No sabía muy bien cómo organizar todas esas imágenes para poder enseñártelas. Al final he pensado que son ellos, los elementos y sus diversas manifestaciones, los que debían dar unidad a las distintas entradas que irán apareciendo. 








No voy a hacer muchas referencias de nombres, ni habrá apenas comentarios. Prefiero que te dejes llevar de las sensaciones que provoquen en ti las imágenes. Ojalá consiga transmitirte, aunque sólo sea sutilmente, la fuerza, la calma y la magia de esa "tierra de hielo" allá en el Atlántico Norte.