Desde muy pequeña viajé a Sevilla donde viven tías y primos de mi madre. Esa ciudad me fascinó, con su Giralda, esa plaza de España -como de cuento y llena de palomas- esos naranjos que olían tan bien, y las callejuelas tan blancas, llenas de flores…¡y todos hablaban como mi abuela!.
A mis tres años vi el mar por primera vez. Fue en Cádiz y es un recuerdo vívido y claro en mi memoria… fue un encantamiento que me ha acompañado toda mi vida (pero eso, viendo este blog, tú ya lo sabes…).
No hace mucho viví unos años en Mojácar, un precioso pueblo de Almería que siempre echaré de menos.
Y siempre vuelvo al sur…Y siempre me seduce esa Andalucía de cal cegadora, de olor a jazmín, de salitre, de rabia antigua y alegría contagiosa, de olivas amargas, de macetas con geranios, de campos abiertos, marinera de dos mares…
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