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martes, 11 de octubre de 2016

Islandia IV / Atlántico




El Atlántico creó Islandia. Nacida de la Dorsal Mesoatlántica, el Océano moldea sus costas, configura su clima y ha condicionado su poblamiento. 




Descubierta en el siglo IX por navegantes vikingos, sus primeros pobladores estables fueron marinos noruegos.




La pesca ha sido la base económica de la población islandesa. En 1960 suponía un 90% de la economía, pero desde entonces se ha ido reduciendo su peso -disminución de capturas, diversificación económica- aunque aún supone un 40%. 




Las especies más capturadas son arenque, bacalao, salmón, caballa, capelán.
Los viejos secaderos en Húsavik -imagen anterior- testimonian las viejas tradiciones pesqueras.






La escasa población islandesa (330.000 habitantes) se concentra en pequeñas ciudades y pueblos costeros de tradición portuaria.






Enormes huesos de mamíferos marinos son arrastrados a veces por el mar hasta la costa y quedan varados en la playa.







La costa islandesa ofrece todas las variables litorales. A veces se abre en tranquilas ensenadas...




... a veces estrechos y profundos fiordos penetran  en la tierra bordeados de montañas...








La costa sur es salvaje. Impresionantes formaciones de basalto en las rompe un océano agitado que forma playas de arenas negras







La capital, Reykjavik, fue el primer asentamiento permanente. Sus 120.000 habitantes suponen un tercio de la población total de Islandia. 




La presencia del océano y la tradición marinera se hacen sentir en la ciudad







El Puerto Viejo, primer núcleo urbano de la ciudad,  mantiene el encanto de los antiguos barracones en los muelles. Los grandes barcos pesqueros, de carga o militares ahora atracan en el nuevo puerto.










El faro de Gardur señala el extremo de la península de Reykjanes y la entrada a la bahía de Reykjavik...







Del otro lado el elevado relieve de la península de Snaefellsnes que esta vez no pudimos visitar...¡otro buen motivo para regresar a Islandia!. 




Pero aún quedan cosas que ver y que contar... será pronto!

lunes, 13 de abril de 2015

Figueira da Foz / Praia da Cova Gala / Portugal




¿Quién, estando en Coimbra, puede resistirse a seguir el último tramo del curso del Río Mondego y verlo desembocar en el Atlántico? Ya te lo imaginas, yo no.

 Son apenas cuarenta kilómetros por una carretera que discurre a lo largo de un valle de tierras fértiles, arrozales y salinas y que nos lleva a Figueira da Foz. 

 El faro instalado en la vieja fortaleza indica a los navegantes el babor de la entrada al ancho estuario. Desde esta perspectiva el oleaje que se aprecia al fondo y un rumor lejano de mar bravo me hacen preguntar qué playa es aquella, al otro lado del estuario -en Figueira en este momento las olas no son tan grandes- . Me dicen que es la playa de Cova Gala.

Para llegar hasta ella hay que cruzar un impresionante puente colgante... lástima que no pueda detenerme en él para contemplar con más calma, desde su gran altura, la panorámica del valle, las salinas y la desembocadura.

Ya en Cova Gala lo que era un rumor se convierte en un retumbar de olas que rompen en la arena.




Hacia el sur la vista se pierde en un festón de dunas doradas




El faro que se adivina allá lejos imagino que es el de San Pedro de Moel que ya ocupó hace años una entrada en este Cuaderno.




Va transcurriendo la mañana y, con sorprendente rapidez, el frente atlántico que se veía lejano sobre el Océano cubre de nubes un cielo poco antes azul y luminoso. El resplandor blanco de Figueira se va apagando...




Con la borrasca las olas crecen por momentos y rompen contra el espigón en un estallido de espuma




Un cielo cada vez más oscuro y la bruma que desprende el Océano hacen que la panorámica sea cada vez más fantasmal y tempestuosa. Me siento cómodamente dispuesta a disfrutar del espectáculo y, cómo no, a fotografiarlo...




Con el frente justo encima el viento sube y levanta la altura de las olas. 
















Tan rápido como llegó, el frente se aleja tierra adentro y el sol vuelve a brillar 




Han pasado unas dos horas y no me he movido del mismo lugar, completamente absorta, disfrutando de esos impresionantes cambios en la luz y el oleaje que hacen que cada momento del mar sea único y ... Fascinante!!!!





miércoles, 3 de septiembre de 2014

Praia de Barra / Aveiro / Portugal

 
 
 
Con sus hermosos edificios modernistas y el encanto de esos canales por los que los airosos y coloristas moliçeiros aún navegan (aunque hayan cambiado su carga de sal, algas y pescado por turistas), Aveiro es una encantadora y marinera ciudad portuguesa, a pesar de que diste algunas millas de la costa
 
 
 
 
La sal, la pesca y el comercio marítimo dieron esplendor a esta ciudad que ahora es un importante centro universitario y de servicios.
 
Como puedes apreciar en el mapa incluido al final de esta entrada, Aveiro se encuentra en uno de los canales que conforman la ría que lleva su nombre. Cuatro ríos:  Vouga, Antua, Boco y Fontao confluyen en la ría y forman un entramado de canales, islotes y salinas para después vaciarse en el Océano en una ancha y profunda desembocadura.
 
 
 
 
Y es en esa desembocadura, al final de una larga lengua arenosa que se extiende entre el Atlántico y uno de los canales de la ría, donde se encuentra Praia de Barra. Dos larguísimos diques delimitan y señalan la entrada a la ría y al puerto
 
 
 
 
 
                                        
 
 
Frente a la bocana, el imponente Faro de Aveiro -construido a finales del siglo XIX y que es el más alto de Portugal-  se alza sobre las arenas y domina el perfil de la pequeña localidad de Barra.
 
 
 
 
 
 
 
Al sur de la bocana la playa es una larguísima perspectiva de dunas doradas lamidas suavemente por aguas esmeralda bajo un cielo de añil...
 
 
 
 
 
 
 
 
 


domingo, 15 de junio de 2014

Espinho: praia, redes e moliçeiros (y II)

... Continuación...




Sigo fotografiando esas redes que el sol dorado de la tarde matiza de colores y contrastes, mientras las sombras de los moliçeiros van estirándose en la arena...


                             




La curva de la proa se recorta en colores intensos sobre un cielo tranquilo y azul...










.. que horas después oscurece un frente de borrasca atlántica llenándolo de nubes preñadas de agua...










Y el atardecer se hace ya casi noche... y la "saudade" me trae la voz de esa mujer que cantó el fado a corazón y garganta abiertos y que cuenta que "el fado nació un día en la proa de un velero, en el pecho de un marinero que estando triste cantaba"...