La pasada Semana Santa -si ya sé que voy un poquito retrasada en esto de actualizar entradas...- la celebré como más me gusta... regresando al mar. Esta vez era el mar grande, el Océano Atlántico, y la costa la del querido querido país vecino de aquí al lado, al otro lado de la "raya": Portugal.
La ciudad de Espinho ya apareció en estas mareas hace tiempo, con un reportaje sobre su encantador y variopinto mercado. Situada a mitad de camino entre Aveiro y Porto lo que fue un pueblo marinero es ahora una ciudad de servicios, pequeños comercios y hoteles para el disfrute vacacional y playero.
Esta vez el tema que atrapa mis ojos y mi cámara es su larga y espaciosa playa y los aparejos y barcos que reposan en ella, junto al pequeño barrio de pescadores, en el extremo sur de la playa.
¿Por qué me fascinan tanto esas redes amontonadas en la arena? No me canso de fotografiarlas en esas magníficas composiciones de texturas y colores que surgen del azar...
Estas peculiares embarcaciones de proa y popa elevadas y curvas, típicas de Aveiro y sus contornos, son los "moliçeiros". Se llaman así porque con ellos se recogía el "moliço", una especie de alga que se utilizaba como fertilizante agrario. Cuando no están faenando descansan sobre la playa alegrándola con sus vivos colores y su airosa estampa.
Y junto a las embarcaciones cabos y aparejos esperan al sol el momento de volver al océano para recoger sus frutos ocultos, esos frutos que son la vida para los pescadores
3 comentarios:
Que bonito nombre para una barca,"Vamos caminando".
Un abrazo.
Me gustó el nombre, Tejón... curioso para una embarcación. Además está en castellano. Otro abrazo para ti
Me gustó el nombre, Tejón... curioso para una embarcación. Además está en castellano. Otro abrazo para ti
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